COM-PARTIR ESPACIOS

by Enric Canet

 

“La desaparición de los límites entre lo público y privado, el ocio y el trabajo, la intimidad y la sociabilidad, está dando lugar a nuevas estructuras en el hogar” .

Joel Booy, Studio Truly.

Palabras como coliving, coworking, all-in-one rooms, merging o homeoffice y conceptos como espacios flexibles, híbridos o multifuncionales, se han ido incorporado a nuestro léxico habitual.

 

En las revistas de decoración y diseño hemos visto cómo aparecían oficinas que son como salones y bares que se utilizan como oficinas. También nos hemos asomado a maravillosos apartamentos con rincones adaptados y pensados para el trabajo o la hibridación de distintos espacios entre ellos o con el exterior.

 

Todas estas nuevas estructuras, que ya estaban en nuestro imaginario, también se han ido incorporando a nuestra cotidianidad.

Con el confinamiento, y casi como en un experimento sociológico, se modificaron, de forma traumática, todos los usos y funciones tradicionales de nuestro hogar, pero con mucho menos glamour del que habíamos visto en las revistas.

 

Y, como si de la metamorfosis de Kafka se tratara, la cocina se convirtió en una panadería, el pasillo en una pista de atletismo y el salón en una sala de cine.

 

Además, el binomio baño/habitación pasó a ser un complejo turístico para toda la familia y, cualquier rincón de la casa que tuviera una pared digna de ser enseñada, se convirtió en oficina. Otros espacios, como la terraza, fueron nuestro Central Park particular y el recibidor, antaño inútil, se convirtió en una zona de desinfección.

 

En definitiva, se modificaron y se eliminaron límites porque se crearon nuevas necesidades.

«Todos nosotros, creo, vemos nuestra casa como la frontera entre el confort privado y el primer paso del lugar donde nos reunimos con la gente».

David Chipperfield, Arquitecto.

Sin embargo, los límites definen los espacios. Sin límites hay espacio, pero no espacios. Un detalle nada trivial, porque conforman y estructuran el lugar donde habitamos, donde trabajamos y donde nos relacionamos. Al mismo tiempo, los espacios nos aíslan y nos protegen, ofreciéndonos seguridad.

 

Ahora sabemos que la definición del espacio existe si es apreciado, es decir, la función genera el espacio, y no al revés.

 

Así, un rincón bien iluminado puede acomodarse y crear un buen entorno de trabajo, mientras que adaptar un lugar a una actividad y a un horario nos permite adecuarlo mucho mejor a su función.

 

Hoy también con un móvil o un portátil en nuestras manos o unas gafas de realidad virtual en nuestros ojos, nosotros somos el espacio.

“El problema del cambio no es tener qué adaptarse y modificar el espacio con características distintivas, ¡es que existan estas características de antemano!”. 

Herman Hertzberger, Arquitecto e Ingeniero.

Hay que repensar y replantear los límites. Modificando los viejos espacios, creamos nuevas relaciones entre ellos para que se adapten a nosotros y se optimicen para ser más funcionales.

 

Podemos crear nuevas estructuras que se adapten a múltiples actividades o adecuar las actividades a las estructuras existentes. Pero, sea como sea, siempre con el objetivo de que sigan hablado de qué somos y qué hacemos, para que así puedan interpelarnos emocionalmente.