Tras dos años de ausencia, volver al Salone del Mobile de Milán fue para el equipo de Decotec como volver a casa tras una larga ausencia.
Nos reencontramos con viejos conocidos, hicimos nuevos amigos y, sobre todo, nos zambullimos de lleno en las tendencias más actuales del mundo del diseño.
Estas son las principales conclusiones que nos llevamos de la 60 edición del Salone del Mobile.
Materiales naturales
Una vez más, se confirmó la buena salud del matrimonio entre piedra y madera, los dos materiales omnipresentes en toda la feria.
Otros materiales orgánicos como los textiles, el cemento o la cerámica también tuvieron su sitio, especialmente como complemento para crear espacios que conectaran el exterior con el interior.
Este Salone presentó una amplísima variedad de mármoles de gran escala que dotaban de personalidad al material.
En la búsqueda de conexión con la naturaleza, dominaron los tonos blancos, verdes y azules junto a los tierra y terracotas.
Ya fuera en robles o nogales, la madera destacó por su diseño acanalado, presente en casi todos los stands, la verticalidad de sus líneas y las tonalidades más bien oscuras.
Una vez más el Salone demostró que este material es capaz de llenar de lujo cualquier habitación.
También vimos maderas de tonalidades medias y mucha naturalidad, como nuestro diseño Salenca. En espacios íntimos, como el baño, se crea un vínculo directo con la naturaleza que aumenta las sensaciones de relax y bienestar.
Una forma diferente de presentarse
El uso de distintos materiales incluyó también una amplia variedad de acabados, destacando especialmente las superficies metalizadas y los unicolores junto a maderas o piedras.
Todo ello combinado con patrones geométricos y diseños que potenciaban las curvas, tanto en la factura de los muebles como en los objetos decorativos.
Búsqueda de lo esencial
Los expositores tomaron el bienestar como hilo conductor para reflejar la esencia de los materiales en espacios minimalistas decorados con piezas de arte que crearan espacios personalizados.
Estos sentimientos de calma y tranquilidad se transmitían también a través de la influencia japonesa que vimos en muchos de los espacios.
En una época en la que nuestro hogar se ha convertido en nuestro refugio, buscamos espacios que nos proporcionen seguridad, confort y protección.
Por eso, muchas de las instalaciones en Milán reproducían ambientes que parecían pequeñas cuevas donde alejarnos del mundo exterior y conectar con nosotros mismos.
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